Quien entrena, falla. Quien falla, mejora

En el deporte, equivocarse es algo completamente normal. De hecho, los deportistas conviven con el error todo el tiempo. Y lejos de ser un obstáculo, muchas veces es una de las principales fuentes de aprendizaje y superación. Desde el deporte base hasta el deporte de élite, fallar forma parte del proceso de crecimiento. Sin embargo, no siempre lo vivimos así.

Naturalizar el error es entender que cada tropiezo es una invitación a reflexionar, a revisar lo que no salió como esperábamos y a hacer los ajustes necesarios. Esta mirada no solo libera al deportista de la presión del perfeccionismo, sino que también alimenta una mentalidad de crecimiento. El objetivo no es evitar el error a toda costa, sino aprender de él y usarlo como impulso para seguir evolucionando. La clave está en transformar la frustración inicial en motivación, sabiendo que cada caída nos acerca un poco más al éxito.

Los grandes referentes del deporte lo demuestran. Michael Jordan, considerado uno de los mejores jugadores de la historia, ha hablado muchas veces de todos los tiros que falló y los partidos que perdió. Y cómo esos errores fueron clave para convertirse en leyenda. Rafael Nadal es otro ejemplo: ha sabido levantarse de derrotas duras y lesiones, y volver cada vez más fuerte. Incluso figuras como Messi o Serena Williams han pasado por momentos difíciles, llenos de dudas y errores, pero supieron gestionarlos para llegar a lo más alto.

El error, entonces, no es un signo de debilidad, sino de valentía y compromiso con la mejora constante. Aceptarlo como parte natural del camino permite disfrutar más del juego, reducir la ansiedad y construir una carrera más sólida y duradera. En definitiva, aceptar el error es el primer paso para convertirlo en un gran aliado.

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